Versión saludable, sin gluten, sin maíz, sin azúcar y sin grasas inflamatorias
Inspirados en la magia del Valle del Cauca, y en esos recuerdos que saben a hogar.
“Esta receta me teletransporta a la cocina de mis papás, con ese aroma que llenaba la casa y nos hacía correr a la mesa. Hoy te la traigo con ingredientes funcionales, para que la disfrutes con quienes más amas.”
Ingredientes
- 🧀 140 g de queso mozzarella (mejor si lo rallás tú mismo)
- 🌿 130 g de almidón de yuca (puedes usar Goya, Tapioca Starch yuca Harina)
- ✨ 40 g de ghee (o mantequilla clarificada)
- 🧂 4 g de sal marina
- 🥚 1 huevo mediano
🥣 Paso a paso con sabor a tradición:
- Ralla el queso con cariño:
Comienza rallando el mozzarella. No uses el queso ya rallado del súper, ese viene con aditivos para que no se pegue… ¡y queremos solo ingredientes reales! - Manos a la masa (literal):
En un bowl grande, mezcla el queso rallado con el almidón de yuca, el ghee, la sal y el huevo.
Podés usar la batidora con gancho para pan, pero si te animas, hazlo con tus manos. Sentir la masa mientras se forma es parte del encanto… ¡y si involucras a tu familia, el sabor mejora aún más! - Forma tus pandebonitos:
Una vez tengas una masa suave y uniforme, forma bolitas del tamaño que prefieras.
Con estas cantidades salen unos 11 pandebonitos de 35 g aproximadamente. ¡Perfectos para compartir! - Hora del horno:
Lleva tus pandebonos a un horno precalentado a 400°F (aprox. 200°C) por unos 20 minutos, o hasta que estén doraditos por fuera y tiernos por dentro.
(Cada horno es un mundo… así que vigílalos y aprende a conocer el tuyo).
💡 Tip:
- Acompáñalos con un chocolate hecho con cacao 100% te recomiendo uno que me encanta (Volupta Organic Unsweetened Super Food Cacao), y tendrás un desayuno o merienda que reconforta el alma y nutre el cuerpo.
- Estos pandebonos son ricos en grasas buenas, libres de gluten, y fáciles de digerir. ¡Un snack funcional perfecto para grandes y chicos!
❤️ ¿Por qué son tan especiales?
Porque más allá del sabor, tienen historia, raíces y amor. Son una forma de llevar los recuerdos de la infancia a una versión nutritiva.
Y lo mejor: ¡hechos en casa, con las manos y el corazón!